Muerte por cosquillas: la terrible tortura que puede causar un derrame cerebral.


Si creías que era imposible morirse de la risa y que las cosquillas eran inofensivas, estabas completamente equivocado.
¿Alguna vez has sufrido por cosquillas? ¿Fuiste víctima de algún sádico familiar que disfrutaba plenamente haciéndote reír con el toque de sus dedos en tus costillas o axilas? ¿Lloraste de risa y llegaste a odiar a esa persona? ¿Pensaste: «¿A quién carajos le parecen divertidas»?


Las cosquillas no son divertidas. Son una maldita tortura, y no estamos exagerando. Esa estúpida acción que hemos repetido durante siglos quizá parece inofensiva (cuando se realiza en un ambiente ameno y seguro), sin embargo, posiblemente es una de las torturas más horrendas a las que alguien podía ser sometido.


Actualmente escuchamos sobre distintos métodos que usan los gobiernos para obtener información, pero no hay una tan extraña como la tortura por cosquillas.


Antes de explicar cómo funcionaba en la antigüedad esa actividad, es justo mencionar que, aunque la risa sea una reacción que por lo general es placentera, cuando es provocada por cosquillas puede generar un fuerte estrés en las personas, ya que, así le parezca divertido o no, es inevitable hacerlo. La persona pierde absoluto control sobre su cuerpo y su sistema entra en un estado de tensión, fatiga y ansiedad, y aunque no parezca tan peligroso como ser físicamente maltratado con golpes o alguna máquina especial, puede derivar en una muerte brutal... en algunos casos.




Uno de los casos más conocidos lo resaltó la investigadora Irene Thompson en su libro A to Z of Punishment and Torture. Llamada "tortura china por cosquillas", fue practicada principalmente durante la Dinastía Han (206-220 d.C); se usaba como un método sutil de castigo para los criminales o traicioneros, ya que no dejaba marcas y la víctima podía recuperarse. Se cree que fue utilizado en otras épocas además de ésa, pero no existen registros de muertes por sufrimiento. Según Mark Schreiber, otro analista del tema, en Japón se acostumbraba a cosquillear "sin misericordia" a cualquier criminal.




Asimismo, Thompson también señala que un método similar se usaba en la antigua Roma en contra de otros criminales. Los pies de la víctima eran sumergidos en una especie de mezcla con sal y eran sometidos mientras una cabra lamía dicha sustancia. De acuerdo con la autora, ese procedimiento provocaba risa al inicio pero no tardaba en ser insoportable y extremadamente dolorosa, y no sólo se llevó a cabo en esa nación sino que se implementó en otras naciones de Europa en múltiples épocas, sin embargo, no existe un claro registro de ello, así que no es posible saber cuántas muertes provocó ese tipo de tortura.


Algunos creen que ese método no provocaba muertes, ya que la constante risa puede causar el desmayo de una persona antes de que sufra más estrés, sin embargo, sí hay registros de muerte provocada por la tortura de las cosquillas.


Josef Kohout, un prisionero homosexual de la Segunda Guerra Mundial, afirmó haber presenciado a oficiales nazis torturar a otro preso con cosquillas hasta que falleció. De igual forma, en un artículo de 1842, un historiador identificado como L.G.C. habló de otro tipo de torturas comparándolas con la de las cosquillas, señalando que «incluso el cosquilleo de las suelas de los pies comúnmente ha provocado muertes», lo cual sirve como confirmación de que era común que sucediera.




Es posible morirse de risa, principalmente por un paro cardiaco o asfixia, y también puede provocar derrames cerebrales o distintos tipos de ataques provocados por el estrés.

Como mencionamos previamente, el individuo pierde el control de su cuerpo y al no poder controlar su respiración y verse sometidos al estrés, cualquiera de esas cosas puede suceder, dependiendo la intensidad y el tiempo que sea forzado a reírse.

De hecho, existen múltiples casos de personas que han muerto por ataques de risa, lo cual nos puede hacer pensar que sí pudo haber varias muertes por tortura de cosquillas. Así que... si alguien quiere forzarte a reír, ahora tienes la excusa perfecta.

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